Vanidad. La virtud absoluta de todos y cada uno. Reconocemos nuestras vanidades en el espejo del otro pero pretendemos hacerlas nuestras, olvidando que somos el reflejo ajeno.

ROUGE À LÈVRES

      Unico. Legítimo. Oportuno. Apetecible. Puro. Auténtico. Suntuoso. Rojo.

LA IRA

       ¿Cúal es el instante preciso en que el candor de la niñez da paso a la ira de la adolescencia? ¿Es un momento puntual? ¿Un resorte que se dispara en un punto clave de la edad de cada uno? Debe la sociedad asumir con benevolencia esa etapa voraz de sus cachorros. ¿Debe?


















POR ELEGANCIA

       Vestido de noche de Alexander McQueen

CORREVEIDILE

  

      Quiero creer que soy cotilla por imposición y no por decisión propia, eso me quitaría un gran peso de mala conciencia. Soy cotilla porque soy mujer y es mi misión.Supongo que hay ciertos elementos innatos de las mujeres como otros tantos lo son en los hombres. El misterio de la genética. Y de las hormonas.Yo tengo claro desde hace muchos años que tengo una inclinación por ciertos detalles sólo por el hecho de ser mujer y doy fe de que no es un tópico ni una leyenda urbana. Uno de esos tantos detalles es el arte del cotilleo. Y es que una fuerza superior nos obliga a todas las féminas a sentir una terrible atracción por los entresijos de las vidas de los demás.  Imagino que es estimulante comprobar que no somos las únicas que tenemos problemas y nos desquitamos de nuestras inseguridades complaciéndonos de las de los otros. La prima Bette era así. Aunque ella, a fuerza de embrollos,  rebasó el límite del inofensivo cotilleo tejiendo una telaraña de injurias y desprecios por todos aquellos que la rodeaban y eran más afortunados que ella tanto física como económicamente. Bette, inteligente y retorcida, atrapaba en su telaraña a todo aquél que la superaba, los mantenía unidos entre sí por un frágil hilo de plata que ella estiraba y agrupaba a su antojo, trenzaba las vidas de unos con otros para después autosatisfacerse cortando las hebras con intrigas y comadreos. Naturalmente acabó atrapada en su propia red siendo terriblemente castigada por el efecto de sus acciones. Balzac describió admirablemente en una crónica editada por entregas que más tarde se recogería en este libro, la conducta y supervivencia de los burgueses en el círculo de la alta sociedad parisina del siglo XIX.

GENUINO

      Tejido de kimono Kyôto Nishijin del siglo XV

CITANDO II

   "Mi misión es matar el tiempo y la de éste matarme a su vez. Se está bien entre asesinos"
   Emil M. Cioran

IL DIVO

Declaraciones de Karl Lagerfeld al diario Telegraph:
"Las mujeres que utilizan una talla mayor de la 38 tienen sobrepeso. Las que critican a las modelos porque son huesudas son las típicas madres gordas que se sientan en el sofá todo el día comiendo patatas fritas".

    ¡Ay, Karly Karly! Cuando estabas gordo y no perdonabas los baguettes de fromage con chorizo eras más simpático. Pero no te lo tengo en cuenta, no puedo dejar de quererte aunque tú me odies porque mi talla no es una 36. Llevas demasiados años ganándote mi amor y dándome lo que quiero para tener que dejarte por unos insultillos de nada. Me encanta que te hayas convertido en divo porque naciste para ello. Pero no dejes que el Olimpo se te suba a la cabeza y sigue trabajando duro. Sabes que lo único que no te perdonaré nunca es que juegues con el motivo por el que un día me enamoré de ti. Así que, querido mío, déjate de cuentos y no vuelvas a burlarte de  mi sentido del buen gusto con esas aberraciones que estás haciendo en Fendi o las pantomimas sin sentido de los últimos Chaneles. Eso es lo que verdaderamente importa en nuestra relación.
    Recuerda, el amor hay que cuidarlo porque tal y como viene, se va.

AZUL Y ROJO

        Pendientes de Erickson Beamon.

CITANDO

      "El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo"
       Albert Camus


   

1950, EN VOGUE

           Enero 1950


           Febrero 1950


           Marzo 1950


            Abril 1950


           Mayo 1950


            Julio 1950


             Agosto 1950


            Septiembre 1950


             Noviembre 1950


              Diciembre 1950

CONTINUIDAD


       Continuemos con ésto los que estamos vivos. Que remedio. Prometo que intentaré ver la esencia de él en cada forma y en cada objeto. Que no sea por intentarlo. Los resultados se verán en breve: o el aplauso o a los leones. Así funciona. Estoy preparada para asistir al desenlace.


ISABEL

   

     Isabel era tremenda. Era ese tipo de mujer que cuando entraba en una habitación llena de gente todos se giraban para mirarla. Sobresalía de las demás. Los hombres la miraban con deseo y las mujeres con desconcierto y un poco de envidia. Nunca fue una belleza de esas que quitan el hipo, para nada. Tampoco era fea. Simplemente correcta. Grado medio. No gozaba de ningún rasgo fuertemente marcado que llamara la atención como unos ojos rasgados o una boca grande y llena. Era delgada y pequeña, llevaba el pelo corto a lo chico y fumaba mucho. A mí me gustaba mirarla y me divertía el efecto que causaba en los demás. Sus movimientos eran graciosos y ágiles, a veces un tanto majestuosos con pequeños gestos de altanería que compensaban su metabolismo sutil y delicado. Su figura se deslizaba de un lado a otro como si volara, dejando que la tela de su vestido flotara detrás de ella. Tenía una conversación ingeniosa y su risa era sincera y traviesa. Cuando hablaba conmigo me miraba fijamente a los ojos y sus expresiones me decían que podía ver dentro de ellos. Demandaba franqueza en cada gesto y en cada palabra y yo se los ofrecía sin dudar, totalmente fascinada por el hechizo de su persona. A veces, mientras me hablaba, tocaba mi pelo o me cogía de la mano. Toda su actitud era encantadora y si alguna vez en toda mi vida tuve un pequeño asomo de instintos lésbicos, fueron por ella. Vivía en Toulouse y estaba casada con un hombre que la maltrataba. Yo la veía en verano, en la playa, cuando venía a visitar a su madre. Dábamos largos paseos al atardecer y a veces íbamos al cine. Me contaba historias de sus viajes, de su casa y de sus amigos. Se reía de su desgracia y era optimista en todos y cada uno de sus pensamientos. Siempre me decía: en la vida, nada es para tanto. Pasó algún tiempo y su madré murió. Isabel ya no volvió el verano siguiente. Ni al otro. Jamás la he vuelto a ver. Han pasado veinte años y todavía me pregunto si es posible dejar de echar de menos a alguien como ella.

MOMENTOS II

                        

                         Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy en 1955

SUNGLASSES

        

                        Gafas de sol de Sonia Rykiel. Edición limitada.

MOMENTOS

    Portada de la revista Rolling Stone de 1980 con John Lennon y Yoko Ono, fotografía de Annie Leibovitz.

EL CUADRO

      Los Olivos, Vincent Van Gogh 1889

AROMAS

                   Arpège de Lanvin para mujer


                   
                   
                   Cèdre de Serge Lutens para hombre

ESCENAS OLVIDADAS


                                            

     La buena música de Germán Coppini, Golpes Bajos, tenía la entidad de España, Italia, Brasil. A ritmo de salsa nos contaba las historias de maniquíes, espíritus, amor y escenas olvidadas.

AMAZONA

Provocando al paso del tiempo. Habrá una lucha de la que saldrá vencedor y permanecerá eterno.

UN PEDACITO DE INFIERNO

Lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia, soberbia. Los pecados de ayer, ¿son las virtudes de hoy?





ALTA COSTURA Y CELOFAN



   Fecha, 5 de julio de 2010
   Lugar, París
   Acontecimiento, desfile AC de Dior
  

    No es por criticar. Que va. Sólo me pregunto en que momento al gran Galliano se le fue la inspiración. Cada temporada una chispa de esperanza me conduce ansiosa ante el desfile más esperado. Y cada temporada vuelvo a dar carpetazo jurándome que nunca mais.  Supongo que muy dentro de mí todavía se rememoran aquellos grandes momentos de locura y desenfreno en que la Alta Costura de Galliano para Dior era un paréntesis sublime en el estricto escenario de la ropa hecha a medida. Hoy me doy cuenta de que lo repetitivo no es sublime. Y que el talento no es para siempre. Se acaba. Se agota. Se rompe de tanto usarlo, como cantaba la más grande y olé. El aderezo de la escena colorido-floral  puede despistar en un primer impacto, y morbosamente concluyo que eso es lo que pretende el diseñador: disfrazar la carencia. Pero la distracción dura un segundo, porque al segundo número dos ya me he percatado del engaño. Los cambios bruscos de tejido y el derroche de color no esconden la vulgaridad y la disposición mal acabada de las prendas. Me atrevería a decir incluso, aunque quizá sea una locura pero es mi impresión, que están mal cortadas. Y para rematar, por si  todo ésto no fuese suficiente, la falta de innovación e  ingenio confirman mis sospechas, porque es una tira de imágenes repetidas y mezcladas de otros años(¿y de otros diseñadores?) pero con distintos adornos. Sé, que como yo, muchos os sentiréis embaucados por esta mentira. Somos espectadores de los últimos coletazos en Dior de un gran creativo que un día nos reveló mucho pero que, lamentablemente, hoy no tiene nada más que ofrecer. ¿Lo sabrá él? Mejor dicho, ¿lo querrá saber?



DESTELLOS

     Cuando una joya habla hay que escucharla. Entre el brillo de sus piedras y la perfección de su estructura permanecen historias de pasiones. Impregnada en sus colores ha quedado la melancolía de otro tiempo.

      Collar Draperie de Cartier

EL FRAUDE


   El hecho de asistir a una ópera implica varios factores de consideración, no es como ir al cine o a un concierto cualquiera. Este género exige la entrega total de los sentidos, tu mente completamente volcada en el escenario, olvidando todo lo que te rodea. Ni siquiera eres consciente de tu propia presencia. Algo complicado de conseguir, la verdad, y más cuando la persona que lo intenta se despista con mucha facilidad, como yo por ejemplo, aunque ahora sé que esa concentración no es innata: se aprende y se consigue con el tiempo. Es una sensación real del abandono físico, como si el entendimiento volara por un lado y tu cuerpo desahuciado se quedara clavado en el asiento, inerte. El mundo entero desaparece y sólo quedan voz, música y escena. Te diluyes con ellos dejando que el compás te meza enlazando un aria tras otra con un hilo tan fino y delicado que un suspiro a destiempo podría romperlo. Esa es la única manera, por lo menos la mía, la que he fabricado a mi medida para poder valorar y disfrutar de la ópera en todo su esplendor. Y al haber una entrega tan extraordinaria, siempre se corre el riesgo de quedarse hecho polvo cuando no ocurre lo esperado. Catástrofe. Tengo que decir que personalmente pocas veces me ha sucedido algo parecido, pero esas pocas, han sido espantosas. El éxtasis que se corta de golpe. Un fuerte bofetón que te despierta de un sueño placentero. Devastador.

   En el estreno de Carmen me ocurrió. Y estuve dos ó tres días de mal humor.


   Para que una ópera sea un éxito tienen que estar en perfecta armonía los tres grandes elementos principales: la voz, la orquesta y la escena. Si uno de ellos falla, ya te puedes ir a casa por donde has venido porque nada tendrá sentido y poco sacarás en claro. En esta ocasión, la maravillosa voz de Elina Garanca se vio algo aplacada por un director de orquesta que reclamaba protagonismo a toda costa. Y no soy quién para desmerecer la fantástica dirección del gran Zubin Mehta ni mucho menos, teniendo en cuenta que su batuta me ha emocionado en innumerables ocasiones, dándole vida propia a los instrumentos, deleitándome con melodías fantásticas y sonidos que no sabía ni que existían. Es un genio vivo y eso tengo que concedérselo. Pero como ya he dicho, la ópera es un juego en equipo, una compensación de todos los factores. El equilibrio. Y mi equilibrio oscilaba sin orden ni concierto en la cuerda floja por el esfuerzo que tuve que hacer en reunir los elementos necesarios para poder captar la voz apagada de ella y escuchar en paz. Pero lo más chocante fue la escena. Porque cuatro paneles mal dispuestos y peor iluminados no es precisamente mi idea de lo relevante. Ni por supuesto de una gran ópera. Y menos de Carmen, que pide a gritos color, fuego y movimiento. Digamos más bien de un teatrillo de barrio que está corto de presupuesto y planta en el escenario lo primero que encuentra sólo para tener algo de relleno. Terrible. Algo tan austero, plano y vulgar que dejó a la pobre Carmen sin la pasión que necesita para existir.
Y a mí con el desconcierto de una enorme decepción.