Vanidad. La virtud absoluta de todos y cada uno. Reconocemos nuestras vanidades en el espejo del otro pero pretendemos hacerlas nuestras, olvidando que somos el reflejo ajeno.

EL CUADRO II

           Las dos Fridas. Frida Kahlo 1939.
                
           Frida una vez le dijo a Diego: "Mi sangre es un milagro que desde mis venas
           cruza el aire de mi corazón al tuyo".


A RITMO DE KONNEXION BALKON


         Los grandes placeres de la vida. Ay. Estimulaciones que vamos encontrando de vez en cuando a lo largo de nuestra existencia que sólo pretenden llenarnos el corazón y equilibrar la balanza de lo bueno y lo malo.

       
        Cuando se tiene una edad respetable y ya se han experimentado las sorpresas por la primicia de los contínuos hallazgos de la tierna juventud y se tiene bastante claro lo que nos gusta o nos deja de gustar, apreciamos bastante más el descubrimiento de cualquier hecho que impacte en alguno de nuestros sentidos. Novedad. Carne fresca. Y no es que yo sea una anciana que está de vuelta de todo ni mucho menos, aunque tampoco tengo veinte años -ni veinticinco ni treinta- pero puedo decir que jamás he estado quieta, en gran parte porque mi enfermiza curiosidad por todo nunca me lo ha permitido, y me temo que he saboreado más experiencias de las que le corresponden a mi edad, de las cuales ha habido mejores y peores, por supuesto, y también excepcionales.


         Una de esas excepciones, y quizá, una de las grandes revelaciones de mi vida fue la música clásica. No ocurrió de repente ni fue amor a primera vista y la verdad es que al principio me parecía terriblemente aburrida y era capaz de echarme una buena siesta mientras retumbaba por toda la casa La Valquiria de Wagner con todos sus Nibelungos haciendo los coros. Pero la música, que es muy sabia, conoce el resultado efímero de los flechazos y de las aficiones repentinas y supo introducirse poco a poco en mi vida, llenando espacios que todavía estaban en blanco dentro de mi cabeza, enseñándome a saber escuchar y llegando a consagrarse como imprescindible en la línea de mi día a día. La música clásica se amolda al carácter de la persona que la escucha. O a las necesidades de cada momento. Es paz pero también turbación. Tristeza y alegría. Amor o rabia. Versatilidad. De eso se trata. La ventaja de la versatilidad es que se conocen infinidad de matices del mismo género y algunos de ellos pueden resultar extraordinarios.


        El otro día andaba yo paseando tranquilamente por las calles de Munich, una ciudad impoluta con aroma a hierba fresca y a tierra mojada, cuando algo inesperado me sorprendió y me hizo girar sobre mis pasos para volver a desandar lo andado. Perseguí el sonido por las callejuelas como el que persigue sin quererlo el olor sabroso y cálido del pan recién hecho. A medida que me acercaba y la música sonaba cada vez con más fuerza pude distinguir, entre el ritmo acompasado de la caja de percusión, la sobriedad del quejido del bajo y la alegría inquieta de la voz del violín, el Canon de Pachelbel. Llegué ansiosa a Marienplatz cautivada por la melodía tan conocida pero con un matiz asombroso y extraño a la vez. Allí, rodeado de transeuntes, el quinteto callejero de cuerda y percusión Konnexion Balkon ofrecía un espectáculo de vibrante armonía, simpatía y buena música.


           El encanto sorprendente de la música clásica a ritmo de percusión combinada con acordes dinámicos con mucho movimiento nos dejaron a todos con la boca abierta. Maravilloso. Y la actitud del grupo que presentaba con humor y alegría todas sus piezas remató una actuación perfecta, como gran estrella protagonista, el violín, que guiaba al resto de los instrumentos en todo su desenfreno. El placer de escuchar la música de Konnexion Balkon es fantástico. Nunca Pachelbel imaginó su Canon con tal entusiasmo ni Vivaldi su Inverno con tanto frenesí.

MOMENTOS IV

            

      Richard Nixon portada de Esquire en 1968

ROJO

























FOTOGRAFÍA DE MODA

       La fotografía de moda es una expresión artística que pocos la consideran como tal. Quizá sea porque la mayoría de gente tiende a asociar todo lo relativo a la moda con lo frívolo y artificial y en consecuencia carente de cualquier valor artístico que merezca la pena. Gran error. Sobre todo porque, si en verdad fuera así, la frivolidad es una de las mejores formas de manifestación del arte. También es algo infantil pretender considerar arte únicamente aquello que esté expuesto en una galería o colgado de una pared, ignorando una buena imagen solamente porque aparece publicada en una revista de gran tirada y es un reclamo publicitario. Los mejores fotógrafos del mundo han trabajado en editoriales, portadas y campañas de publicidad desde el principio de los tiempos y hasta donde mi memoria puede llegar. Helmut Newton, Irving Penn, Demarchelier, Richard Avedon (que suya es la foto cabecera de este blog), Bruce Weber y muchos más han aportado a través de su magnífico objetivo viñetas que nos han contado fascinantes historias, algunas maquiavélicas, otras de pasiones, de sangre, familia y amor. Retratos en movimiento o en cascada de color, jugando con la infinidad de alternativas que ofrece el tratamiento de la luz y la mano experta del artista. La fotografía de moda nos ilustra sobre la belleza y sobre la actualidad de nuestro tiempo, y no sólo por la realidad estilística, si no también por el desarrollo que vamos viendo año tras año en los cambios del concepto de fondo de la imagen en general.
     La siguiente tira de imágenes pertenece a la campaña de Loewe del invierno 2008, una de mis favoritas, donde también aparecen caballos, algo que la hace todavía más irresistible para mí.
     Fotógrafo, Steven Klein
     Modelo, Stephanie Seymour







LA CATA



        Hay una nueva moda en la ciudad: las catas a domicilio. Las distintas marcas de alcohol han encontrado un nuevo filón para promocionarse y lo han hecho de una manera bastante convincente y atractiva ofreciendo en tu propia casa una degustación preparada al momento por un profesional de la apología coctelera y de la paciencia, todo hay que decirlo, que mientras elabora las bebidas (son cuatro diferentes) e intenta que diez alumnos totalmente ebrios le presten atención, va explicando la historia y procedencia de la marca y los distintos ingredientes con las medidas apropiadas para preparar cada cóctel. Se recomienda tener a mano papel y bolígrafo porque una vez terminada la degustación del segundo mejunje resulta algo complicado recordar las recetas de los siguientes. En esta ocasión, el protagonista de una gran noche temática de cítricos, especias y ginebra fue Tanqueray, con la consecuencia de mi conversión en fan de esta marca para lo bueno y para lo malo, en la salud y en la enfermedad, amén...o hasta que otra cata que lo merezca me abduzca porque, las cosas como son, yo me vendo al mejor postor. El acontecimiento por lo general se organiza en casa de algún amigo con la excusa de reunir a los colegas, cenar y pasar un buen rato, que al fin y al cabo es de lo que se trata, no es que los invitados vayamos por la bebida gratis ni mucho menos. Para nada. Si el amigo en cuestión, bendita casualidad, es dueño de una amplia terraza donde poder celebrar el evento, mejor que mejor, porque en una noche de verano son puntos extras para asegurar el éxito de la velada. Y para rematar, la cata es totalmente gratuita ya que la marca se encarga del abastecimiento de la noche (copas incluidas), con la cortesía añadida del regalo de unas botellas al anfitrión.
      Recomiendo la experiencia con un grupo nutridito de amigos, en concreto Tanqueray sugiere que la convocatoria sea de diez a doce personas. Como fan recién declarada que soy y aunque Tanqueray no me pague por hacerle publicidad, os paso el enlace para que accedáis a toda la información y podáis disfrutar de un buen rato con un fantástico gintonic.

MOMENTOS III

         Diego Rivera pintando un mural en 1941