Vanidad. La virtud absoluta de todos y cada uno. Reconocemos nuestras vanidades en el espejo del otro pero pretendemos hacerlas nuestras, olvidando que somos el reflejo ajeno.

LANVIN+H&M



        Mañana, 23 de noviembre, se presenta en H&M la colección de Lanvin en colaboración con esta cadena de tiendas. Es una noticia que ha dado mucho que hablar durante todo este mes y es perfectamente comprensible puesto que se ofrece al gran público la posibilidad de obtener prendas con la firma del gran Alber Elbaz a precios de H&M. Algo por lo que valdrá la pena hacer cinco horas de cola y que una vez dentro, como la colección es escueta, comprobar que sólo quedan las tallas grandes o lo más feo y aunque una no se lo vaya a poner lo compra igualmente porque es lo más y es de Lanvin y mola mucho tener algo de Lanvin colgado del armario, si señor.
        Después de valorar durante un par de semanas la opinión de la gente sobre esta colaboración y morderme la lengua para reservarme la mía propia, principalmente por respeto a mis amigos y a su sed incomprensible por esta clase de colaboraciones y todos sus derivados, he llegado a la terrible conclusión de que en verdad la gran mayoría matará a quien se le ponga por delante para poder tener algo de Alber by H&M y se quedarán tan tranquilos. Y yo me pregunto en que momento ocurrió, imagino que debido a la voracidad de poseer una prenda de firma, que se perdiera la capacidad de saber separar lo real de lo ficticio, desequilibrando el baremo para distinguir un básico de H&M de una pieza de costura. Y no es que esté en contra de estas grandes cadenas de tiendas ni mucho menos, todo lo contrario, porque gracias a los dioses de la copia y el fusilamiento ilimitado de prendas de diseño como Zara, Mango o H&M, podemos gozar de un mínimo de dignidad estilística y decorar nuestras calles con hombres y mujeres decentemente vestidos. Pero en todo momento sabemos lo que es y lo que estamos comprando y no engañamos a nadie, y sobre todo, no nos engañamos a nosotros mismos. Pero comprar un vestido de H&M, no porque guste, o sea barato, o sea bonito si no porque es de Lanvin, es una gran tontería. Y que haya alguien que se gaste 200 euros en una chaqueta que antes de seis meses se habrá deformado y habrá perdido el color, pero no importa porque la etiqueta dice que es de Lanvin, no tiene ningún sentido estilístico. Ni distintivo. Ni moral. Por otra parte no consigo entender el motivo ni la finalidad de esta colaboración para la propia firma francesa, porque que una casa tan antigua, tan respetable y con una gran historia pierda su prestigio a los ojos de las clientas que verdaderamente compran sus prendas y se dejan miles de euros en sus diseños y que, al fin y al cabo, son las que mantienen y han mantenido la firma a flote durante tantos años. Realmente no creo que a ninguna de estas mujeres les haga mucha gracia ver una réplica de su vestido, que en su día les costaría unos 3.000 euros, colgado en las perchas de plástico de una cadena de grandes almacenes. Dice la campaña publicitaria que gracias a H&M la casa francesa será conocida por todo el mundo y de hecho, ya han bautizado la operación como "Lanvinmanía" y muchas personas que antes creían que Lanvin era una marca de chicles sin azúcar hoy por hoy ya saben que no van por ahí los tiros. Eso es cierto, y si en verdad lo que se pretendía era una campaña de reconocimiento de la firma,se ha logrado con creces, pero.....¿para qué?¿cuántas personas que acaban de conocer el nombre de Lanvin gracias a la colaboración con H&M van a empezar a ser usuarios de la marca? Yo tengo la respuesta: ninguno. Porque la gente que tiene suficiente dinero para ser cliente de la firma ya la conocía, los que no sabían de su existencia son los que no se lo pueden permitir. No comprendo la manía que le ha dado a todo el mundo por globalizar el lujo si sólo lo pueden pagar una minoría. Por eso se llama lujo. Y seguramente por eso existe.
          



RESPLANDORES

        Cuando el brillo de mis grandes deseos me ciega.
        Cuando el resplandor de lo apetecible se adueña de la voluntad.
        Tal vez sólo el reflejo de tus ojos puede protegerme de mis debilidades.































          1.-Zapato salón de Prada. 
          2.-Bolso 2.55 con pailettes de Chanel 
          3.-Top de seda de Chloé 
          4.-Top largo con pailettes de Ashish 
          5.-Collar de Dannijo 
          6.-Cartera de mano de Jimmy Choo
        
        

QUERENCIA




       El sentimiento de saber que se pertenece a un lugar es muy reconfortante. Es como si alguna vez me hubiese perdido, siendo incapaz de encontrar mi casa, y dar vueltas desesperada buscando un punto en concreto que me sea familiar y que pueda reconocer en el laberinto de todos los lugares extraños y desapacibles que me rodean en ese momento. Y de pronto giro una esquina y ahí está, esperándome. Mi hogar. Que me recibe con los brazos abiertos y media sonrisa de reproche maternal, regañándome por haber tardado tanto. Yo, como hija encandilada que soy, me deleito contemplando la pureza de sus formas y el milagro de su paisaje. Me abandono a su voluntad dejándome guiar por la calma del resplandor de sus amaneceres. Estoy en casa y me siento segura.
      El corazón me arrastra y Lúxor espera.





EL CUADRO III

             ¿Cuántas cosas se pueden ver desde un balcón?
             ¿Cuántas más se pueden ver en un balcón?

       
        Édouard Manet. Le balcon, pintado entre 1868 y 1869


PÚRPURA



               Vivienne Westwood



                       
        

                   Temperley London


                

                Alberta Ferretti



                 

               Marc Jacobs






              

               Rok Sanda Ilincic

DELICATESSEN

     
       A este bolso de gran belleza hecho con pailettes de carey lo bautizaron con el nombre de Miss Viv y fue diseñado en exclusiva para Carla Bruni. El creativo, Bruno Frisoni, director de la firma Roger Vivier inlcuyó el modelo en la colección de Alta Costura del año pasado.