Vanidad. La virtud absoluta de todos y cada uno. Reconocemos nuestras vanidades en el espejo del otro pero pretendemos hacerlas nuestras, olvidando que somos el reflejo ajeno.

VALENTINO Y CENICIENTA


       Quizá si Valentino hubiese calzado a la apresurada Cenicienta, ésta se habría negado a perder el zapato. Y no habría cuento. Ni calabaza, ni hermanastras, ni príncipe. Sólo unos pies encantados.