¿Quién mejor que un ex-gordo para colaborar y promocionar la Coca-Cola Ligth? Nadie. Y si ese ex es Lagerfeld, mejor todavía.
Vanidades
Vanidad. La virtud absoluta de todos y cada uno. Reconocemos nuestras vanidades en el espejo del otro pero pretendemos hacerlas nuestras, olvidando que somos el reflejo ajeno.
LE CARRÉ, EN CIFRAS
-Curiosamente, el legendario pañuelo Le Carré de seda de Hermés, símbolo de elegancia en la mujer, se introdujo a la producción de la firma en 1937 como accesorio masculino: se ideó para completar el atuendo del jinete.
-Sólo pesa 65 gramos a pesar de estar tejido con 40.000 metros de finísimo hilo.
-Tiene una paleta de 65.000 colores que se manejan mediante un sistema de bastidores y los dobladillos están sobrehilados a mano en punto de roulottage por 80 pacientes costureras.
-Cada estampado es temático y cuenta una historia distinta de lugares lejanos o inspiraciones curiosas.
-Una de las características de Le Carré es que ninguna de sus cuatro esquinas es igual a la otra.
-Se han hecho más de 1500 modelos distintos y alguno de ellos se vuelve a reeditar cada cierto tiempo.
-Cada 30 minutos se vende un Le Carré en el mundo.
-Sólo pesa 65 gramos a pesar de estar tejido con 40.000 metros de finísimo hilo.
-Tiene una paleta de 65.000 colores que se manejan mediante un sistema de bastidores y los dobladillos están sobrehilados a mano en punto de roulottage por 80 pacientes costureras.
-Cada estampado es temático y cuenta una historia distinta de lugares lejanos o inspiraciones curiosas.
-Una de las características de Le Carré es que ninguna de sus cuatro esquinas es igual a la otra.
-Se han hecho más de 1500 modelos distintos y alguno de ellos se vuelve a reeditar cada cierto tiempo.
-Cada 30 minutos se vende un Le Carré en el mundo.
EL CUADRO IV
Louise Weber, más conocida como La Goulue -la glotona- porque se bebía de un solo trago las copas de los clientes y Jacques Renaudin, de apodo Valentin le Déssosé -el sin huesos-, fueron una popular pareja de baile en los tiempos alegres del cancán y del champagne en el París de 1890. Cuando abandonaron el espectáculo del Moulin Rouge, Toulouse Lautrec, gran amigo de los dos, quiso rendirles homenaje pintando esta obra-boceto para conmemorar los viejos tiempos.
La Goulue y Valentin Le Déssosé bailando. Toulouse Lautrec, 1895.
EL NUEVO CÉLINE
Desde que la talentosa Phoebe Philo metiera sus mágicas manitas en la firma dejada de la gracia de dios, Céline, hace ahora cuatro temporadas, la progresión al alza de la marca ha sido tan evidente y los pronósticos a favor de la diseñadora en la casa tan acertados que no puedo más que sentirme emocionada por la gran perspectiva de futuro de la firma parisina. Por ella, por mí y por todos los que jugamos a este tiovivo de la tendencia y del qué se lleva, porque una bocanada de aire fresco se agradece a estas alturas en que el ambiente está un tanto viciado de escándalos y despidos. O excéptico de tantos nuevos talentos sin talento que emergen en el paisaje moderno como setas, bien recomendados por Anna Wintour y sus lacayos, que deben de pensar que estamos ciegos o no tenemos criterio (véase Alexander Wang, Richard Chai, Jason Wu, etc). Y aburrido de que siempre sean los mismos los que dirigen la orquesta y se lleven los aplausos, por lo que nos viene muy bien algo de novedad y de cambio.
Phoebe (Fibi) ya nos dió muchas pistas de su capacidad creativa cuando, allá por el año 2000 montó un buen equipo con Stella McCartney en Chloé, rescatando a la firma de una muerte inminente con creaciones frescas, ponibles y destacadas en el panorama de la época. En el 2004 fué declarada diseñadora del año por la Asociación Británica de la Moda, animándola a que continuara con su valiosa labor. Fibi, muy agradecida, siguió con su labor pero al año siguiente dejó el mundo de la moda para ser mamá y dedicarse a su familia. Ahora, más madura y con más camino recorrido, ha vuelto a la primera línea de París como alma y conciencia de Céline, demostrando una vez más, como ya hizo hace unos años, que el talento no es algo que se pueda aprender: se tiene o no se tiene. Ella lo tiene y le saca muy buen partido.
Primera colección de Phoebe en Céline, crucero 2010.
Segunda colección en Céline, otoño-invierno 2010-11.
Tercera, y magnífica colección, verano 2011
Cuarta y reciente colección para el invierno 2011-12.
Phoebe (Fibi) ya nos dió muchas pistas de su capacidad creativa cuando, allá por el año 2000 montó un buen equipo con Stella McCartney en Chloé, rescatando a la firma de una muerte inminente con creaciones frescas, ponibles y destacadas en el panorama de la época. En el 2004 fué declarada diseñadora del año por la Asociación Británica de la Moda, animándola a que continuara con su valiosa labor. Fibi, muy agradecida, siguió con su labor pero al año siguiente dejó el mundo de la moda para ser mamá y dedicarse a su familia. Ahora, más madura y con más camino recorrido, ha vuelto a la primera línea de París como alma y conciencia de Céline, demostrando una vez más, como ya hizo hace unos años, que el talento no es algo que se pueda aprender: se tiene o no se tiene. Ella lo tiene y le saca muy buen partido.
Primera colección de Phoebe en Céline, crucero 2010.
Segunda colección en Céline, otoño-invierno 2010-11.
Tercera, y magnífica colección, verano 2011
Cuarta y reciente colección para el invierno 2011-12.
VALENTINO Y CENICIENTA
Quizá si Valentino hubiese calzado a la apresurada Cenicienta, ésta se habría negado a perder el zapato. Y no habría cuento. Ni calabaza, ni hermanastras, ni príncipe. Sólo unos pies encantados.
VACACIONES EN ROMA
Siempre hay una primera vez para todo y casi todas las primeras veces de casi todo son bastante emocionantes sólo por ese hecho tan simple pero tan importante: la incógnita de lo nuevo.
Yo estuve hace poco en Roma por primera vez en mi vida, muy emocionada y expectante ante todo lo que me podía ofrecer una ciudad tan bella y a la que me moría por viajar desde hace años. Planeamos los pocos días que teníamos para que todo fuese perfecto y poder aprovechar cada minuto. No soy la clase de turista que visita un país y se planta las zapatillas de deporte o las botas de montaña para andar, ni pretendo la locura de ver una ciudad entera en tres días aún corriendo el riesgo de sufrir parálisis cervical de puro agotamiento. Me gusta pasear tranquilamente, sentarme a tomar un café y leer una revista. Hablar con la gente, socializar con los nativos.Visitar relajada los sitios que más me apetezcan con la idea preclara de volver en otra ocasión para poder ver lo que falta. Y yo soy de las que vuelven. En mi viaje soñado a Roma pretendí ser una turista del tipo Audrey Hepburn a la que llevan en moto por el Coliseo y se mete en líos pero se hace amiga de todo el mundo, y si en una cafetería quiere pagar pero se da cuenta de que ha olvidado la cartera en el hotel, oh oh, no hay problema, porque la turista tipo Audrey Hepburn sale airosa de esas situaciones y siempre encuentra una romano encantandor que le paga la cuenta y encima se ofrece a llevarla a casa con su Vespa. A la turista tipo Audrey Hepburn nunca se le ocurriría coger un autobús atestado de gente y marearse, vomitar en las puerta del Vaticano y que la policia la multe que por ensuciar la limpísima e impoluta vía pública. Imagino que tampoco la echarían de un museo por hacer una foto -sin flash- a un cuadro de Diego Rivera. O entrar en Chanel y que me inviten amablemente a salir porque la tienda está tutti completa. Tampoco es muy apropiado para la turista ideal que le roben la cartera en la Fontana di Trevi mientras se esfuerza por hacer una foto en condiciones. Las turistas como yo, no como Audrey Hepburn, siempre corremos el riesgo de que el sueño se convierta en pesadilla y que la ciudad soñada baje del primer al último puesto en el ranking de ciudades favoritas en un sólo día. Y es que los grandes planes y la buena predisposición no tienen porque ir de la mano con la suerte, algo en lo que no había pensado. Tal vez Roma merezca una segunda oportunidad, aunque por ahora, no estoy muy dispuesta a dársela.
MOMENTOS VI
Kenzo Takada con dos amigas en 1970 pintando las paredes de la primera tienda que abrió y que bautizó con el nombre de Jungle Jap.
ACABÁRAMOS
John Galliano es noticia. Y antes de la semana de la moda. Lamentablemente no se dice nada bueno, y estoy segura de que al decadente diseñador de la casa Dior le han echado un mal de ojo. No es que él no ponga de su parte, porque los últimos insultos antisemitas proferidos a algunos viandantes salieron de su propia boquita, borracha, sí, pero suya, tan mariquita para unas cosas y tan nazi para otras. Y esa es la contradicción, ¿en que mundo de locos un gay apoya a Hitler y al antisemitismo? Acabáramos.
Las últimas noticias publicadas aseguran que el show de Dior, fechado para el próximo 4 de marzo, ha sido cancelado. Bueno. Ya veremos. Además de que la repercusión y el escándalo de todo ésto sea desproporcionado y tenga claros matices de exageración, tanto tanto, que me huele a excusa para darle la patada, no creo que el jefe, Arnault, esté dispuesto a eliminar la presentación de la colección en la semana se la moda porque las pérdidas económicas serían tremendas y el escándalo se multiplicaría por cien. Aunque dicen que los escándalos venden, y no es que últimamente Dior sea líder en ventas. ¿Estamos ante otro truco publicitario más o de verdad va a ser el escándalo del año?
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